“Ellos me respondieron: «Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego.»» Nehemías 1:3
Dios es soberano para decidir cómo llama a sus servidores. A lo largo de las Escrituras podemos ver varios ejemplos diferentes entre sí. Hoy hablaré sobre el «llamado de Nehemías«.
Este tipo de llamado lo realiza Dios cuando pone una carga en el corazón del servidor, por una sitaución particular. Puede ser que el cristiano ya haya conocido de esta situación sin haberle considerado como un tema relevante en su vida; o puede que nunca haya tenido algún tipo de contacto con el tema en cuestión.
Nehemías no había estado en Jerusalén, pero al escuchar de las ruinas de la muralla de la ciudad, fue como si una lanza penetrara su corazón. Así como los otros llamados que veremos más adelante, Dios tiene un propósito particular con cada persona que llama al ministerio. Cada uno tiene los talentos, dones y capacidades específicas para desarrollar la tarea solicitada por Dios. Sin embargo el enemigo a vencer en este llamado es el emocionalismo – cuando comienza el ministerio sin haber realizado los pasos de rigor: oración, meditación, clamor, búsqueda de consejo, etc. Nehemías nos da la mejor lección que como líderes de Dios podemos asumir, en el verso 4 del mismo capítulo 1:
«Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo.»
Si realmente quieres desarrollar ese llamado de Nehemías que Dios te ha hecho, debes buscar la presencia y dirección de Dios antes de tomar una decisión. Su guía es imprescindible para edificar un ministerio efectivo.
Nos leemos pronto, bendiciones.
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